miércoles, 15 de junio de 2011

Ánima Mundi: Onírica.

-Que sí mujer, tú pruébalo y si te gusta, ya sabes...
-Bah, pero no se yo si...
-Hazme caso...



-¿Y esas voces?...¡¡... ¿Y qué le ocurre a la mía? ¡Suena como si fueran muchas y ninguna al mismo tiempo! Y esta oscuridad...


”Con tranquilidad, solo debes escuchar... y esperar...”


La voz resonó en el interior de su cabeza, embotada por la extraña situación, sin embargo, su tono dulce y sereno le transmitió aquello que le pedía a su vez: un sosiego indescriptible.


Respiró hondo y agudizó el oído, para captar los sonidos apagados que llegaban hasta ellos desde algún rincón de aquella oscuridad impenetrable. Poco a poco, los sonidos fueron acercándose hasta convertirse en ruidos de una naturaleza desconocida...


Chasquidos, algo que crepitaba como el fuego, seguido de un extraño zumbido y un pitido...; sin lugar a dudas debía estar escuchando el ajetreo del taller de algún ingeniero gnomo... o magia...


Los sonidos cesaron y sólo quedó la oscuridad durante un tiempo que se le antojó eterno.


De repente, un atisbo de luz en la lejanía, un punto en la inmensidad de la nada, del vacío, que crecía en intensidad, acercándose... ¿O eran los ojos observantes los que llegaban hasta la luz? ¿Es música lo que oyen sus oídos?


Con una oleada, el brillo se intensificó hasta abarcarlo todo, cegando aquellos ojos en un mar de oro, haciendo que los cerrara, impidiéndole ver otra cosa que no fuera luz a su alrededor.


”Abre los ojos”


Obedeció y con asombro descubrió que no estaba sobre suelo firme...


-¿Q-qué es ésto? ¡M-me voy a matar!

”No te vas a matar, cálmate y déjate llevar...”

-Pero... ¿Quién eres?

”Lo sabrás, a su debido tiempo. Ahora, obedéceme”



El tono utilizado fue imperioso, imposible de ignorar, sin embargo no “sintió” que fuera una orden...


Al mirar de nuevo, notó que no caía, simplemente flotaba y bajo sus pies, se extendían los innumerables paisajes de Azeroth en todo su esplendor. “¡Espera! ¿Bajo mis pies? ¡No tengo pies! ¡Ni manos! ¿Acaso estoy...?”


”A su debido tiempo...”



No tuvo otra opción mas que rendirse ante todo aquello. Con un vistazo a su cuerpo constató que no tenía una forma definida; todo su ser era una brumosa y etérea silueta. En principio le pareció que flotaba, pero a medida que iba siendo consciente de su estado, se dio cuenta de que podía manejar a voluntad aquella flotabilidad, lo cierto era que estaba volando... Volando sobre la totalidad de la faz de Azeroth.


”No te asustes a partir de este punto...”

-¿Que no me asust...?



Su cuerpo pareció adquirir consistencia de improviso, haciendo caer en picado al observante, con un desgarrador grito de terror. Unos segundos antes de estrellarse contra el suelo, éste desapareció y la oscuridad volvió a envolverlo todo. Sintió el vacío en su estómago, o donde debería estar su estómago, como cuando caes, y de repente, frío. Mucho frío bajo su cuerpo.



Abrió los ojos lentamente y se encontró con el rostro húmedo y helado.


-Es-estoy... sobre nieve...- al hablar se tocó la garganta con inquietud-. ¡Mi voz! Es muy aguda y... ¡Mis manos!


Se levantó de un brinco y se miró de arriba a abajo. Contemplaba la figura de un gnomo... no, perdón, una gnoma.


-Soy una gnoma y ésto es Dun Morogh...


De repente, el observante se vio inundado por un tumulto de sensaciones que parecían invadirlo en tropel. Satisfacción, complacencia, cierto grado de contento...


”Estás viendo un mundo por primera vez...”

-Es fantástico...- susurró la aguda voz de la gnoma.

”Te llamas... Zaeryel”


Con éstas simples palabras, una cadena de acontecimientos surgió en su mente como si estuviera contemplando la existencia de alguien a través de sus ojos.


Una gnoma que crecía, que aprendía a convertirse en una humilde bruja. Un mundo nuevo, fascinante, pletórico de colores y formas, brillos y matices. Cada invocación, cada hechizo, cada nueva habilidad aprendida transmitía al observante un sinnúmero de sentimientos.


La escena cambió, mostrando a la gnoma acompañada de un varón de su misma raza y un elfo nocturno con nombre de goma de mascar. ¿Cómo sabía ésto el observante? No lo sabía, lo “sentía”. Parecían discutir algo, más bien, barajar los términos de un acuerdo...


Un nombre... un nombre apareció con insistencia en la mente del observante, un nombre para definir a un grupo de seres vivos, un nombre que no les hiciera sentirse ridículos, que pudiera entenderse sin estar en idiomas desconocidos, que fuera sencillo y fácil de recordar, que expresara unos ideales con tan sólo una palabra. Luego apareció una imagen: un color azul vívido, unos leones rampantes dorados...


La escena volvió a cambiar: ahora mostraba a una joven y tímida maga humana, que era tomada de la mano por la pareja de gnomos, acogiéndola entre ellos como una hermana. Los nombres de los demás sonaban confusos en la mente del observante, el de ella empezaba por E...


El tiempo pasaba y aquella gnoma vivía incontables aventuras. Otros seres de muy diversas razas se iban uniendo a ella en su periplo. Pero con el tiempo, el destino de algunos de aquellos seres se dividía, se separaba, bruscamente en ocasiones. A veces herían a la pequeña gnoma, otras veces no. Pero hubo alguno de aquellos seres que dejaron huella en su corazón, como el bravo guerrero cuyo nombre empezaba por R... o la dulce pícara elfa nocturna, Z...


También con el tiempo, la joven maga humana se volvió poderosa, mientras su pequeña amiga tardaba más en completar su aprendizaje...; poco a poco, la joven se fue alejando de la pareja de gnomos, mientras compartía su destino con otros seres...; aunque de vez en cuando se oían las risas conjuntas, con largas conversaciones en las que daban consejo a los dioses sobre cómo cambiar el mundo. En aquellos momentos, la pequeña gnoma parecía feliz... pero no tardaba mucho en alejarse de nuevo, la joven humana.


Llegado el momento, la pequeña gnoma se obligó a luchar como mercenaria en batallas que no eran las suyas, día tras día...; pero un brusco cambio torció su destino. Estaba en un reino peligroso, agresivo, donde los extraños te asesinaban impunemente, donde nadie castigaba los abusos cometidos por los más fuertes y, antes de que el gélido Rasganorte se abriera ante sus ojos, la pequeña gnoma bruja tomó una decisión...



Las imágenes cesaron en la mente del observante y la oscuridad se apoderó de nuevo de su ser. De improviso, algo tiró de su cuerpo con rudeza y volvió a sentir el vacío de la caída en su estómago, o donde debiera estar su estómago...



Abrió los ojos para ver un hermoso prado que se extendía más allá de la vista. Al mirar sus manos, vio que eran enormes, de tres dedos, más parecidas a las de un animal.


-Soy una tauren...- dijo, con una voz grave y profunda-. Y esto debe ser Mulgore.

”Te llamas... Tirma”


Al igual que como pasó con la pequeña gnoma, la mente del observante se vio arrastrada hacia una marea de vivencias y recuerdos. En ellos, la joven tauren, que decantaba su camino por las sendas druídicas, se hallaba en un reino pacífico, donde los asesinos perdían el tiempo esperando en los senderos. Poco tiempo pasó hasta que a la mente del observante acudió una imagen, tal como había pasado la vez anterior: un fondo negro y una cruz dorada...


La tauren desarrolló sus habilidades desde temprana edad con aquel grupo de seres. Para ellos, aquella insignificante tauren se convirtió en “La Orientadora”...; cualquier duda que pudiera surgir en sus mente, era inmediatamente preguntada a la tauren, que respondía de forma educada, despejándolas. No importaba lo que estuviera haciendo, siempre encontraba un hueco para sus hermanos. Así, la joven e inexperta tauren fue granjeándose el cariño y el respeto de aquellos seres, que poco a poco la consideraron una igual.


Mientras crecía, compartió su tiempo con un tímido pícaro elfo de sangre, T... ;que no pertenecía al mismo grupo de seres que ella, sin embargo, eso no fue impedimento para forjar una férrea amistad. Juntos, compartían mil y una aventuras, mil y un peligros, mil y un secretos, mil y una risas pero... el destino los separó y sus caminos tomaron diferentes sendas. Aún así, siempre guardó un hueco para aquel tímido elfo de sangre en su corazón.



Las escenas de la vida de aquella tauren fluctuaban continuamente en la mente del observador, mostrándole nuevos caminos: los de la responsabilidad. Se vio a sí misma comandando a un pequeño ejército de valientes seres, que como ella, apenas tenían la experiencia necesaria para hacer frente a las adversidades de la vida de un héroe. Aún así, aceptó el cargo que se le ofreció, con orgullo, con dignidad. A través del torrente de sensaciones que provenían de la tauren, el observador pudo sentir el miedo y la duda ante el fracaso. Pero aquellos miedos se disiparon cuando unas manos fuertes y experimentadas se apoyaron sobre sus hombros, diciéndole que confiaban en ella para ese cometido.



Así, aquel grupo de humildes seres, encabezados por la inexperta tauren, se engalanaron con sus mejores prendas de batalla y corrieron a hacer frente a las horripilantes y peligrosas criaturas que habitaban el extraño castillo de un mago demente...

Cada vez que un enemigo caía, cada vez que un grito de júbilo de uno de sus compañeros llegaba a sus oídos, la joven tauren transmitía una oleada de sentimientos hacia el observante: alegría, plenitud, dulzura, amistad...



El observante constató que fueron buenos tiempos, pero lo bueno no podía durar demasiado. Cuando los peligros de Rasganorte se abrieron ante los ojos de la tauren, aquellos seres a los que había dado y le habían dado todo, se transformaron en criaturas ávidas de poder, ansiosas de obtener los más valiosos tesoros aún a costa de la vida de los héroes que los acompañaban.


Un día fue invitada a ir con ellos a un escalofriante lugar, situado en las alturas de un nevado y lúgubre paisaje. Una fortaleza dividida en cuatro zonas, donde el hedor de la muerte y la ponzoña impregnaban cada una de sus paredes. La joven tauren se encontraba confusa. Ella estaba acostumbrada a su forma animal de oso temible, llevaba mucho tiempo controlando sus zarpazos, sus rugidos amenazadores, sin embargo, aquellos seres la instaron a cambiar a su forma felina, que desconocía totalmente. Mientras avanzaban entre aquellos tenebrosos pasillos, hubo algo que hizo que un estremecimiento recorriera su espalda: la voz de sus compañeros... era fría, carente de sentimientos, no había satisfacción, ni alegría...; era como oír las gélidas voces de los Caballeros de la Muerte...


El destino volvió a obrar y aquellos a los que una vez había llamado compañeros, se transformaron en desconocidos a sus ojos y la traición se cernió sobre ella, sepultándola en el vacío del olvido.


La joven tauren tomó una decisión que heló la sangre del observante: guardando en un rincón de su corazón los maravillosos momentos pasados juntos a aquellos que consideraba amigos: el adorable cazador H..., los dulces chamán y guerrero C... y S..., las siempre calladitas trol A... y R...; arrojó por un precipicio todos sus arreos de batalla, que tanta codicia despertaban entre los seres de aquel reino y luego se arrojó ella misma, sumiéndose en la oscuridad...


...Tal como le pasó al observante, que sólo pudo sentir la humedad resbalando por sus insustanciales mejillas. Esperó volver a ver la luz de nuevo, sentir el tirón previo que acompañaba la contemplación de una nueva vida ante sus ojos pero nada ocurría.


-¿Ya está?- preguntó-. ¿Así acaba todo?

”No, pero el tiempo pasó sin detenerse hasta ver un nuevo alumbramiento. Ten paciencia y espera...”


Como la voz prometió, al cabo de un largo lapso de tiempo, su etéreo cuerpo se vio impelido de nuevo, arrastrado como un muñeco hacia lo desconocido. Volvió a sentir la humedad y el frío en el rostro...


-¿Estoy de nuevo en Dun Morogh?- preguntó, con una voz femenina de rudo acento.


Bajó la vista para ver un cuerpo ágil y vigoroso, aunque de pequeña estatura.


-Ahora soy una enana...

”Te llamas... Eléboro”


Esta vez, la oleada de sensaciones, recuerdos y vivencias estuvo a punto de colapsar al observante, que jadeó asombrado ante la fuerza de las revelaciones. En primer lugar, sintió una inmensa felicidad por volver a estar entre los suyos, entre el pequeño gnomo extravagante y la joven maga humana. Luego, tal como ya había pasado una vez, constató que no podía estar a la altura de la joven maga, cuya existencia pasaba lejos de la suya, en compañía de otros seres, compartiendo largas conversaciones a través de medios mágicos en los que la joven enana de anaranjadas trenzas no tenía lugar. Pero no le importó, continuó sus andanzas por aquellos terribles caminos plagados de asesinos, ávidos de su sangre y del placer que les proporcionaba ver muerta a una criatura débil que no podía defenderse, pero daba igual, se había impuesto a sí misma la determinación de seguir la senda del héroe.


En esa senda conoció a muchos otros seres y al igual que pasó con la pequeña gnoma, unos dejaron huella y otros no, unos produjeron tristeza, otros enfado e incluso ira, otros, simplemente decepción; pero algunos dejaron su impronta de risas y buenos momentos, dignos de recordar para siempre. Al igual que el recuerdo de tantos otros que quisieron compartir con ella los tortuosos caminos del héroe a partir de aquel momento: B..., D..., G..., S..., V..., I..., E...


Y así lo hicieron, internándose todos juntos en la fortaleza inexpugnable del malvado Rey Exánime, en un sinnúmero de peligros, que aquellas criaturas combatían sin miedo, incluso con descaro y atrevimiento. El observador rió a mandíbula batiente cuando vio a aquellos aguerridos héroes delante de una durmiente hembra de dragón, mientras uno de ellos explicaba a los demás que... “los enemigos que aparecerían por ambas puertas tenían una inclinación sexual específica...; los llamados Geist...”



La conexión mental o más bien, espiritual, se cortó de repente, sumiendo de nuevo al observante en la oscuridad.


-¿Qué ha pasado?- preguntó con una voz que eran todas y ninguna.

”¿Qué has sentido, hasta éste momento?”

-De todo, miedo, ira, decepción, tristeza, pero también alegría, dicha, cariño...

”Ahora, quiero que prestes especial atención...”


Y, como si fuera una mano que se metía en su cerebro, cálida, algo o alguien colocó allí un montón de recuerdos concretos:


El recuerdo de una pequeña bruja recogiendo en sus temblorosas manos un anillo de oro que le entregaba su amado gnomo y que conserva como un tesoro...

...de las conversaciones a altas horas de la madrugada con la joven maga, mientras daban consejos a los mismísimos dioses, hablando de ángeles de buen ver y mejor tomar y de las innumerables bromas pesadas del díscolo gnomo hacia la muchacha...

...de sentir cada vez más lejos a la joven humana hasta verla casi desaparecer, en mas de una ocasión y de dos...

...de una joven cazadora elfa nocturna que conoció a una dulce pícara elfa de sangre...

...de un bravo guerrero, siempre sonriente, que tenía más de una canción en los labios para solazar los espíritus...

...de la despedida de la joven humana que veía desmoronarse su mundo y de las lágrimas de ésta al ver el humilde regalo que le hacía una pequeña bruja...

...de las sensaciones de soledad y traición que provenían de esa misma joven, a la que abandonaron aquellos a los que ella llamaba “amigos”...

...de un trío de taurens sentados al calor de una hoguera, mientras uno de ellos hacía rabiar a su compañera, "resbalando" su martillo sobre las cabezas de perritos de la pradera...

...de escenas de una pareja de gnomo y elfo nocturno, guerrero y sacerdote, respectivamente, que se lo pasaban de lo lindo juntos...

...de los momentos, tanto buenos, como malos, vividos junto a seres a los que llegó a coger mucho cariño a algunos, inquina a otros, la joven tauren druida...

…de los alardes de heroicidad de los que hacía gala una enana de anaranjadas trenzas junto a un grupo de seres con los que compartía carcajadas y botín a partes iguales, sin importar cuántas veces se fuera a visitar al Ángel de Resurrección...



”¿Sabes ahora quién soy?”

-Tú eres... el depósito de estos recuerdos...

”Lo que has visto y oído son las evocaciones contenidas en muchos seres y ninguno. Mira bajo tus pies y dime qué ves... porque ahí obtendrás la respuesta ...”


El observante así lo hizo, a pesar de que en un primer momento sólo veía oscuridad. Al fijar su vista hacia abajo, la visión de estar volando sobre la faz de Azeroth hizo acto de presencia de nuevo, dejando al observante sin habla, con el pecho henchido de una pletórica sensación de libertad...


-¿Qué es todo esto para ti?- preguntó el observante en voz alta, haciéndose oír entre el viento que azotaba sus oídos.

”Recuerda lo que te dije antes... fíjate bien...”


Entre los diferentes paisajes que pasaban raudos ante sus ojos empezó a percibir el débil contorno de lo que parecían ser letras...


...W
...A
...R
...C
...R
...A
...F
...T


Una carcajada gozosa brotó de la garganta del observante.


-¡Eres el puñetero Pastelero!


Con estas palabras, la oscuridad se abatió de nuevo, para dejar paso a la escena más extraña que había visto en su vida:


En ella, sólo se veían unas manos, aparentemente femeninas, sobre una caja de metal negra y gris. Aquellas manos parecían pulsar botones aleatoriamente sobre la parte de abajo de la caja, con forma de libro abierto. Lo que más llamó la atención del observante, fue la superficie brillante y llena de color que exhibía aquel recipiente, si es que eso es lo que era, en la parte superior. Sin duda, lo que contemplaba era una magia poderosa que iba mucho más allá de su comprensión.



Un suspiro de asombro brotó de sus labios, cuando una pareja de seres que no había visto en la vida, saludaron alegremente desde aquella brillante superficie. Parecían ser macho y hembra: hermosos, él de piel oscura y blanco cabello, dulces ojos del color del oro y unas puntiagudas orejas. Ella de largo y ondulado cabello castaño, bellos ojos azules, jaspeados de ámbar y piel bronceada, con un ligero matiz dorado.


-¿Quiénes sois y qué es "eso" donde os encontráis?

-No somos muy diferentes de ti...- contestó el varón.

-...Y aunque no te lo creas, estamos en el mismo lugar que tú...- dijo ella, sonriente.

-No entiendo...

-Todo lo que has visto, todo lo que eres y lo que somos nosotros, todo forma parte del mismo universo, el Ánima Mundi del creador.

-Bienvenida a Onírica: Un Mundo de Fantasía...

-¿Q-qué...?

”Es hora de despertar. Hasta la próxima, Eléboro...”




-¿Elébodo? ¡Elébodo!



Sintió como le daban un ligero cachete en la mejilla.


-¿E-eh? ¿Q-qué...?

-Menos mal que despiedtas, me estabas pdeocupando...

-Arcturius...- susurró ella, mirando al enano a los ojos, en los que se veía la inquietud.

-Si soy yo... te quedaste dodmida encima mío ¿Decueddas?- dijo, con una amplia sonrisa en la que mostraba su único diente-. Embezaste a movedte como una loca y tdaté de despedtadte, pedo hija, estabas como un tdonco...

-Arcturius... ¡He tenido un sueño rarísimo, joder...!- aseguró, frotándose la sien como si le doliera la cabeza.

-¿Bueno o malo?

-Ambas cosas...

-¿Sobde qué iba?

-Había gente que he conocido y otros desconocidos para mí, incluso criaturas que no he visto en ninguna parte de Azeroth. En realidad, no tengo ni la más mínima idea sobre qué iba...; pero tengo la impresión de haber soñado con el dueño de mi destino...

-¿¡Con los dioses!?

-No exactamente...- se paró, recordando la extraña evocación-. Onírica: Un Mundo de Fantasía...- susurró, distraída.

-¿Qué has dicho?

-Nada- se apresuró a contestar-. Una cosa, Arcturius...

-Dime.

-Recuérdame que la próxima vez no cene tanto, que no estoy acostumbrada y me da por tener alucinaciones.

-Anda que...



El enano se echó a reír para luego ser coreado por su amiga, todavía confusa.

3 comentarios:

  1. Onírica.... ¿acaso aquel sueño era un mensaje de algún caprichoso morador del sueño esmeralda que queria jugar contigo? ¿Era un simple sueño lúcido.... o algo mas? de todos modos ahora voy a darme un paseo por el sueño esmeralda con mi hermana, así que si quieres mandarme algún recado relacionado con tu sueño no dudes en pedírmelo. Aun así intenta descansar, que aunque tus sueños molen un huevo no debe ser muy sano soñar eso todas las noches.

    (Tremenda entrada, de las mejores que has escrito hasta ahora. Me a encantado).

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  2. Realmente no supe qué decir cuando mi querida amiga me contó el sueño que había tenido...

    En principio llegué a pensar que el exceso de cansancio le había hecho mella.

    Ella simplemente pensaba que una digestión pesada o tal vez, demasiado champiñón fantasma, fueron los culpables de tan extrañas evocaciones...

    Sea como fuere no hay duda de que fue excitante y perturbador al tiempo.

    ¿Lo que hay detrás? Lo desconozco, aunque si me entero que se vuelve a repetir empezaré a preocuparme...
    ...aunque estuvo varios días recordando las sensaciones vividas y a cierta criatura de aspecto desconocido, aparentemente masculino y de áureos ojos...
    ...Eso me intriga sobremanera...


    (Muchas gracias. Ha sido particularmente especial para mí...)

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  3. Despierto de mi sueño esta vez con la desagradable sensacion de haber echo daño a la enena de anaranjadas trenzas,que amargo sabor tiene...

    (No puedo decir nada,solo que has echo que me emocione y llore como una niña,bueno eso para ti no es nada difil,me ha encantado.)

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